A veces cuando nos sentimos perdidos buscamos las respuestas en los demás, los observamos, intentamos aprender las cualidades que les hacen sentir tan seguros, inevitablemente muchas veces les dejamos acceder a nuestras debilidades, este libro trata de buscar las respuestas en uno mismo o al menos es lo que intento llevar a cabo, quizás me vean fallar miserablemente,
por el momento empecemos el capítulo uno.
C.1. La habitación oscura
Una corriente como de relámpago chispeo en mí, intenté abrir los ojos pero rápidamente me di cuenta de que carecía de ellos y por tanto, de visión. En cuanto a sentir, sentía con alta precisión, el frío del lugar o el modo en el que mi cuerpo no era lo que debería haber sido; A fin de cuentas soy un ser humano, pienso como tal, pero desde el momento en el que me impactó esa sensación de relámpago, no me parecía a uno. Mi cuerpo simplemente no estaba ahí, no era más que una consciencia; una sombra arremolinada flotando en la más profunda oscuridad. De haber podido pensar con mayor claridad seguramente me hubiese invadido el miedo, sin embargo, me encontraba más bien en un estado de confusión.
Podía sentir mi nueva forma en movimiento, las sombras se retorcían, tiraban las unas de las otras como si estuvieran en conflicto y algo las impidiera estar de acuerdo en la rotación que debían adoptar. Intenté aclarar mi mente sobre la situación que se estaba dando, centrándome en las sensaciones, sentí mi corazón en algún lugar profundo, oculto tras el denso viento que me componía, se podían escuchar los latidos tamborileando rápidamente -Ah soy parcialmente humano después de todo- me dije como nota mental.
Decidí moverme para acostumbrarme a mi nuevo ser y simplemente al concentrarme en mis sombras estas reaccionaron a mis pensamientos como si se tratasen de ordenes, se expandieron un par de densas sombras que con veloz precisión me otorgaron piernas.
-Genial- reí de forma sofocada, seguidamente ordené la creación de un par de largos brazos, las sombras obedecieron.
Ahí estaba yo, un corazón humano envuelto de sombras, Sin ser humano o mujer, carente de memorias que me dieran alguna indicación de como o por qué había acabado así.
Decidí que era momento de poner mis piernas a prueba, podía sentir el suelo enmoquetado bajo mis pies, probablemente estaba en algún tipo de habitación o sala, el único viendo parecía provenir de alguna apertura, quizás una puerta cerrada por la que aire accedía. Caminé con mi mano por delante para evitar chocarme con algo, la habitación parecía vacía, de pronto mi mano derecha dio con una superficie fría, me puse a explorarla.
En seguida me di cuenta de que se trataba, un instrumento que había usado con anterioridad, no sabia exactamente cuando pero había un deje familiar en las teclas, dejé mi dedo indice deslizarse sobre una de ellas, estaba algo dura y bajo de manera reticente emitiendo un claro sonido
Por alguna razón esto me hizo muy feliz, permití al alegre sentimiento tomar control tocando teclas aleatoriamente, más sonidos empezaron a surgir y con ello mas gozo sentía. De pronto, sentí la necesidad de acomodarme un taburete o sillín, usé mis largos brazos para buscar bajo el teclado, dí con un solemne banco de madera, sin ningún cojín, pero suficiente para un cuerpo con el mio. Agradecidamente me senté, Tomé una larga inspiración antes de volver a dejar reposar mis manos sobre el piano. Quería sentir esa alegría y darle significado, el deseo de escuchar una melodía real era muy intenso pero no estaba seguro de como podría sin el conomiento musical.
Empecé pensando en el sonido y tras el, las respectivas notas iban apareciendo en mi cabeza, como si tan solo se hubieran estado escondiendo
- ¿realmente me pertenece mi mente? - la prospectiva de que la respuesta fuese negativa me asustaba profundamente
Comencé creando una canción corta, suficiente para satisfacerme, recordando cada sonido primero, la consecuente imagen se formaba y así, sin dilación estaba listo para probarla
- Más vale que esto funcione - Me dije. Sino probablemente sucumbiría en un gran pesar ya que la necesidad que tenía por la melodía era mas grande que la necesidad de un cuerpo de verdad, como un hambre intensa que debía ser saciada. Una vez más inhale pausadamente y me dejé imaginar los sonidos, solo que esta vez mis sombríos dedos seguían las imágenes y las teclas comenzaron tras ser presionadas a emitir un inusual mensaje.
En mi cabeza la melodía era de naturaleza jovial y cálida pero la música que estaba surgiendo si bien parecida, era al mismo tiempo otra canción, sin duda una pieza musical, de eso no tenía dudas, pero había algo en la melodía como un giro retorcido, algo que hacia la música oscura, deprimente, lágrimas comenzaron a formarse, Las sentí colapsando donde habrían estado mis ojos de tenerlos.
Tenía que liberarme de esa tristeza, tenía que llorar. Formé en mi cabeza una imagen con las sombras, con dos ojos hechos de un oscuro vació, sin avisar las sombras actuaron a mi beneficio y con ello pude al fin derramar las lágrimas.
Ya no estaba jugando. Elevé la mano hacia el rostro hacía los dos existentes agujeros que tenía por ojos, las lágrimas que eran como si de viento ya se habían evaporado; Ahora podía ver, con la vista vino la angustia y el miedo.
Era bastante chocante, mi imagen, viéndola desde un espejo no estaba ayudando, había un largo espejo decorado con un marco de oro, apoyado contra una pared purpura que reflejaba una preocupante imagen. No quise que el miedo tomase el control, aparte mi mirada y centré mi atención en el resto de la habitación. Complementando la pared purpura la moqueta del suelo era de un purpura más oscuro. Cerca del espejo había un pequeño escritorio, ordenado y limpio, el escritorio
estaba pintado en blanco, consecuentemente contrastaba de forma negativa con el resto de la decoración
Observé el piano que momentos atrás me había ayudado a recuperar algo perdido. Me percaté de una pequeña nota, reposada donde suelen ir las partituras
Decía lo siguiente:
" Querida mía, puede que hoy las cosas parezcan difíciles, mañana puede que parezcan peor,
pasado mañana, querida mía, te darás cuenta, no tienes el regalo musical en ti"
Reaccioné ariscamente, arrugué la hoja y esta se deslizó de mis dedos cayéndose al suelo
- ¿qué clase de individuo escribiría una nota así? - una confirmación de que la persona a la que va dirigida no tenga cabida a dudas sobre las esperanzas que los demás han depositado en su incapacidad; del mismo modo, también podía ver como una letra de apoyo podría haber tenido el efecto contrario al buscado, poniendo las expectativas muy altas, después de todo ser pianista no es lo que se diría exactamente un talento aprendido, más bien uno inherente, sólo aquellos afortunados que nacen con el talento musical podrían realmente alcanzar la maestría; claro exceptuando que te aparezca una extraña familiaridad seguida de notas flotando en tu cabeza, por supuesto entendía mi caso entrañaba algún misterio todavía por resolver. Como conclusión mental, la nota era excesiva.
Pese a percibir una corriente aire por el suelo de una de las paredes, no veía nada semejante a una puerta. Desplacé la mano por la superficie, intentando discernir si había alguna protuberancia o marca irregular, no había nada. Emití un gruñido sordo de descontento y continué buscando
- ¿si no hay ninguna puerta, como se supone que voy a salir de este lugar? - quizás algo o alguien me quería aquí encerrado. Empecé a sentir la tensión y mis sombras se arremolinaron con mayor intensidad- hay aire, lo que significa hay una salida cerca, sólo tengo que pensar, no hay nada en las paredes pero quizás... - Me detuve en esa idea e inmediatamente me agaché para comprobar si estaba en lo cierto. La moqueta inicialmente se veía igual pero si se comprobaba de cerca, había una pequeña protuberancia en una de las esquinas
-Eso es!- Dije con una sonrisa o al menos lo que habría sido una sonrisa de tener una cara normal. le estaba cogiendo gusto a pronunciar mis pensamientos en alto, mi propia voz era mi acompañante en cierto modo pensé al tiempo que comencé a tirar y la moqueta cedió, aparté la esquina
lo suficiente para dejar libre lo que parecía una trampilla con un manillar, lancé un suspiro de alivio